Esta extraña relación entre lactancia materna y ortodoncia tiene su sentido en el desarrollo de la mandíbula. La lactancia materna favorece la correcta formación de la misma y puede evitar la ortodoncia. La posición de la mandíbula en un recién nacido supone una diferencia entre el maxilar superior y el inferior. El maxilar superior es más grande y está en posición más adelantada que el inferior.
Cuando el bebé comienza a succionar el pecho la mandíbula avanza y se estimula la musculatura bucal. De esta forma mientras el bebé se alimenta está produciéndose el primer avance mandibular, que va colocando el maxilar inferior en su sitio, los maxilares se equiparan y se evitan anomalías.
Numerosos estudios revelan como los bebés que han tomado pecho, a diferencia de los que se alimentaron con biberón, tienen menos posibilidades de tener problemas dentomaxilofaciales o maloclusiones dentales, que se solucionarán con ortodoncia en el futuro.
El desarrollo muscular que trae consigo la lactancia produce un buen posicionamiento de la boca, mejillas y lengua. Ayudando a evitar deglución atípica, disfunción masticatoria, dificultades para la fonoarticulación del lenguaje y la respiración oral. Además, cuando el bebe succiona del pecho su paladar se moldea y aplana. Sin embargo, el poco esfuerzo que requiere la alimentación con biberón, dado que la gravedad ayuda a que el alimento descienda, aumenta el riesgo a desarrollar paladares estrechos y mordidas cruzadas.
Si vas a tener un beber y dudas entre la lactancia materna y el biberón aquí tienes una razón para elegir la primera. Y si ya tienes un niño o niña y tiene problemas en su desarrollo bucal, ven a Clínica Dental Vallespir y te ayudaremos a solucionarlos.